Soy un daño colateral de lo que un día fui. Cada día cada sentimiento hace que luche contra mi Yo del pasado. Esa que se esforzó en no sentir, en no tener sentimientos respecto a nada. Esa que no quería, solo odiaba. A la que no le importaba nada ni nadie que no fuese sí misma. Se ahorró mucho dolor, y se hizo más fuerte. Aunque realmente lo único que se hiciese fuerte fuera la armadura que construyó para proteger su destrozo interior. Nunca tuvo que preocuparse de que sus palabras no le hicieran daño a nadie, nunca tuvo que preocuparse de importarle a alguien. Hoy es diferente. Esa chica tiene que aprender a que ahora sus palabras sí importan y sí duelen. Tiene que aprender a que esa tecla Suprimir de su corazón ya no está. Tiene que aprender a vivir sin ella, a que ahora sí tiene sentimientos y ya no puede suprimirlos. A que ahora sí que tiene que sufrir. No puede huir del dolor como antes, porque hará daño a su alrededor. Y creedme que le es difícil. Pero también creedme cuando os digo que se está esforzando. Mi actitud actual a la que denomináis pasota, realmente no lo es, simplemente suprimo todo sentimiento relacionado sobre ese tema. ¿Me explico? Si no siento al respecto, no pienso, ni me preocupo, ni me entristezco, ni me enfado, ni le doy vueltas. No es que sea pasota, es que mi botón Suprimir sigue ahí. Y a veces es mejor que lo apriete. Perdóname si alguna vez soy antipática, borde y dura contigo. Era mi forma de protegerme contra algo que realmente me importase..
sábado, 14 de marzo de 2015
Un daño colateral.
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